Lao zi y el taoísmo

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Vida de Lao zi

Más que el nombre de un personaje histórico, la crítica europea ve en Lao zi el título de una obra, llamada también Tao te ching (Dao de jing), El libro del Tao, y que en castellano podría traducirse aproximadamente por «Regla del Camino y de la Virtud».
El Tao te ching es un pequeño libro, compuesto de unos cinco mil caracteres. Consta de ochenta y un capítulos. Este número parece recordar una fábula sobre el mismo Lao zi, según la cual habría pasado ochenta y un años en el útero materno. De difícil lectura, y en un estilo conciso, el pensamiento que expresa el Tao te ching es muy hermético y ha dado lugar a innumerables comentarios.
En los años 340-240 a.C. surgen ligados a los nombres de Lao zi. Zhuang zi y Lie zi unos tratados que constituyen el fundamento del denominado «taoísmo filosófico». Estos viejos tratados contienen sentencias de sabiduría práctica, dichos, aforismos psico-filosóficos e información sobre la existencia de una «escuela de higiene» en aquellos tiempos, que habla de una serie de pautas enfocadas a prolongar la vida.
El máximo exponente del taoísmo es el mítico Emperador Amarillo (Huang di), el modelo de Emperador del reino de Utopía en los comienzos del tiempo, un gran maestro de alquimia y medicina (se le atribuye el primer tratado médico), del arte de la guerra y de las prácticas sexuales, al que se le atribuye la progenitura de la humanidad, origen de la escritura, la cría del gusano de seda, etc.
Hacia finales de la dinastía Han, la imagen de Huang di fue ensombrecida por la de Lao zi, al que también se concedió el título de maestro en alquimia y medicina. En la dinastía Han, el Libro del Tao era conocido como «Las Sentencias de Huang di y Lao zi»; a este grupo de doctrinas se daba el nombre de «enseñanza de Huang Lao».

La doctrina de Lao zi

El Tao

Lao zi incita a los gobernantes a comportarse como taoístas, a saber: el mismo modelo ejemplar, el del Tao.
Lao tzu critica y rechaza el sistema confuciano, es decir, la importancia de los ritos, el respeto a los valores sociales y el racionalismo. Para los confucianos, la beneficencia y la justicia son las máximas virtudes. Lao tzu las considera, al contrario, como dos actitudes artificiales y por ello mismo inútiles y peligrosas. Lao tzu condena igualmente los valores sociales porque son ilusorios y en resumidas cuentas nocivos. En cuanto a la ciencia discursiva, destruye la unidad del ser y fomenta la confusión al atribuir un valor absoluto a las nociones relativas.
El Tao es inefable, no puede ser nombrado, abarcado o expresado. El Tao es una realidad de la cual emerge el cosmos, y a la cual el Lao zi, sólo por la falta de una palabra idónea, llama Tao.
El taoísmo emplea el término Tao con la significación de la totalidad de lo existente, semejante a lo que algunos eruditos occidentales han denominado «lo absoluto». El Tao es la materia prima de la que está constituido todo. Simple, informe, carente de deseos y afanes. Es anterior al Cielo y la Tierra. En el curso de la generación de cosas e instituciones, cuanto más se aleja el individuo de este estado originario, menos bueno y menos contento. El Tao es la gran unidad, la unidad única en la que se trascienden todos los contrarios, la ausencia de dualidad.
Zhuang zi dice: «No hay nada que no sea esto; no hay nada que no sea eso. Lo que no puede ser visto por eso (la otra persona) puede ser conocido por mí. Es por eso que digo esto emana de eso también deriva de esto. Ésta es la teoría de la interdependencia de esto y eso (relatividad de los patrones)».
No obstante, la vida surge de la muerte y viceversa. Las posibilidades surgen de las imposibilidades y viceversa. Siendo éste el caso, el sabio verdadero rechaza todas las distinciones y se refugia en el Cielo (Naturaleza). Porque uno puede basarlo en esto, aunque esto es también eso y eso es también esto. Esto también tiene su bien y su mal, y eso también tiene su mal y su bien. ¿Existe entonces realmente una distinción entre esto y eso? Cuando esto (subjetivo) y eso (objetivo) están sin sus correlativos, ese es el verdadero «eje de Tao». Y cuando ese eje pasa por el centro donde convergen todos los Infinitos, las afirmaciones y las negaciones se mezclan por igual en Uno infinito.

La no acción

En contra del resto de las escuelas filosóficas que propugnaban un cierto tipo de acción social, el taoísmo defendía la no acción, no hacer nada.
«Hacer nada», wu wei, es un conocido «mandamiento» del taoísmo. Se trata de no intervenir en el curso natural de las cosas; no hacer que no sea espontáneo y natural (es decir, exento de designio y no deliberado); no esforzarse de ninguna manera; ausencia de toda actividad volitiva, intencional o forzada. Wu-wei representa, por consiguiente, el arte de no entrometerse con la mente, de dejar que se mueva a su albedrío, sin forzarla ni reprimirla, autorizando plenamente todas las tendencias de la mente en un momento de imparcialidad perfecta y permitir que los pensamientos fluyan con la misma libertad que las nubes en el firmamento.
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