Los Agentes y los Sujetos del Proceso Educativo

Compartir:

Los Protagonistas del Proceso Educativo

La educatividad de los agentes educativos

Con el término agentes se designan aquellas instituciones o entidades colectivas que acogen en su seno procesos educativos. Con el término sujetos se pretende resaltar la importancia que tiene una figura personal en el desarrollo de la educación.
La literatura pedagógica utiliza el término agentes educativos para referirse a aquellas personas o instituciones a quienes se les ha reconocido socialmente la función o capacidad para educar.
Los agentes educativos fundamentales son los educadores y los educandos.
El término educador puede ser usado en dos sentidos: para referirse al profesional que ejecuta conscientemente una acción educativa (monitor, profesor, madre…); o como adjetivo que califica la potencialidad de ciertos instrumentos, recursos, influencias o materiales para facilitar aprendizajes valiosos.
El educando hace referencia a la apertura del ser humano a la realidad, su educabilidad más allá de los ámbitos o entornos en los que se desarrolla el proceso educativo. Así se ponen en relación educador y educando, educatividad y educabilidad.
La educabilidad es aquella aptitud que posee un determinado agente (persona, comunidad, institución…) para educar, y que se sustenta sobre el compromiso del agente respecto a los criterios de forma, contenido, uso y procedimientos propios de la educación.

Los ambientes educativos

La educación siempre acontece en el seno de una comunidad, en un contexto y frecuentemente se vincula a diversas instituciones sociales. Las más relevantes han sido siempre la familia y la escuela. Ambas generan un ethos particularmente propicio para la educación de las jóvenes generaciones.
La familia es uno de los espacios educativos más relevantes, ya que los primeros años de vida son decisivos en la personalidad. En su seno se desarrolla la socialización primaria y por tanto los aprendizajes básicos (aprender a hablar, jugar, tratarse a uno mismo y a los demás…).
Le sigue la escuela. Además de las acciones individuales de los docentes, cada escuela tiene su propio ethos particular, que nutre el proceso educativo que se desarrolla en el centro.
McLaughlin define ethos como un documento promovido por una autoridad que expresa el conjunto de prescripciones de los valores para una escuela.
Existen también otros espacios que, sin ser instituciones, pueden considerarse “comunidades educativas”, por ejemplo la llamada comunidad educadora. En ella se subraya la importancia educativa que tiene el modo en que se organizan las comunidades.

Los protagonistas del proceso educativo

Desde que comenzó la Escuela Nueva, se considera al educando como protagonista del proceso educativo, mientras que el educador actúa como secundario. Educador y educando no son figuras antagónicas.
La formación del educando se encuentra vinculada a la actuación del educador, pero no se trata de un encuentro pasivo sino que, para que el aprendizaje sea formativo, se necesita la participación e implicación activa del educando. Tampoco habría educación si el educador se limitase a esperar pasivamente la aparición espontánea del aprendizaje en el educando.
Educador y educando, juegan un papel activo en su desarrollo.
En la educación se promueve una relación bidireccional entre ambos.

Las Relaciones entre los Agentes Educativos. La Relación Educativa

Características y límites de las relaciones educativas

En el proceso educativo existen diversas formas de relación entre los agentes educativos. La relación educativa es aquella que se establece entre un educador y un educando.
En algunas situaciones se puede acentuar más la dimensión técnica (centrada sobre todo en la transmisión de información); aunque también existe la dimensión ética (propia del encuentro entre educador y educando, en la que se presta más atención al educando).
Si se pretende subrayar la dimensión técnica, se emplea la expresión “comunicación educativa”; mientras que si es la ética se usa “relación educativa”.
Cuando la comunicación se centra en la transmisión de conocimientos (saber técnico) se representa: emisor (educador), receptor (educando) y canal (mensaje). Actualmente, el desarrollo de los medios de comunicación (ej., Internet), han hecho que el canal pueda llegar a condicionar todo el sistema de comunicación.
La doctrina pedagógica ha profundizado filosóficamente en el concepto de comunicación.
Sacristán, citando a Japers, describe las formas de comunicación:
  • Comunicación Objetiva : aquella en la que un sujeto establece una relación con otro sujeto. Se trata del nivel más superficial de comunicación que suele tender a considerar al otro como un objeto.
  • Comunicación Existencial : relación de persona a persona, se establece en un clima de respeto y libertad, donde no hay intención de dominio.
  • Campo del Cuidar y educar : se encontraría en el medio de las anteriores. Aquí el otro es tratado todavía como objeto, pero al mismo tiempo reconocido en su esencia propia.
No podemos considerar “educativa” cualquier tipo de relación humana, como la amistad. La relación educativa constituye una forma particular de relación de ayuda que busca la plenitud del educando. Se caracteriza por una relación de dependencia (una parte se presenta más frágil que la otra) y aparece como una relación asimétrica (no es una relación entre iguales).
MacIntyre considera la vulnerabilidad y la dependencia como las características más definitorias del ser humano. En el proceso de la educación tan importante resulta el aprendizaje de la autonomía como el de la dependencia.
La vulnerabilidad pedagógica del educando debe protegerse del adoctrinamiento y el permisivismo; por ello, hay que considerar la intencionalidad del educador en la relación educativa.
Las características de asimetría y dependencia introducen una serie de tensiones: la tensión entre la autoridad y libertad, y la tensión entre autonomía y cuidado.

Las tensiones propias de la relación educativa

La relación educativa como relación asimétrica, se sustenta en la situación desigual del educador y el educando con respecto a la autoridad. Algunos piensan que esto podría lesionar la libertad del educando, lo que constituiría una educación permisiva.
La libertad no sólo es un don recibido con nuestra naturaleza, sino una cualidad que sólo llega a su madurez gracias a un esfuerzo. Por ello, el proceso educativo puede vivirse como una tensión entre la necesaria libertad del educando y la autoridad del educador. La libertad del educando hace que se deba contar con su participación en el proceso educativo para que asuma las riendas de su propia educación. Al final, la educación es autoeducación.
Según Jover : “La labor del educador se fundamenta en su autoridad moral y no arbitraria, que orienta al educando hacia lo que es valioso, y le allana el camino para que lo pueda alcanzar más fácilmente” Los abusos en el ejercicio de la autoridad por parte de un educador suelen fundamentarse sobre alguno de estos principios erróneos:
  • El educador autoritario se tiene como causa única del aprendizaje y como el único centro de decisiones dentro del aula.
  • El educador autoritario entiende que es preciso ser eficaz en la tarea encomendada, entendiendo por eficacia alcanzar unos resultados externos.
  • El educador autoritario carece de interés por conocer las preocupaciones de los alumnos, ya que no tiene presente que éstos poseen una conciencia y una personalidad propias.
Segunda tensión entre autonomía y cuidado. El fomento de la autonomía no depende sólo del proceso educativo, sino que también hay que contar con el desarrollo psicobiológico del niño.
La autonomía no se alcanza de forma espontánea, sino mediante el cuidado que el adulto presta al niño.
El principio del cuidado se asienta sobre la responsabilidad que el adulto tiene frente al niño. Si la autonomía es la libertad del educando, el cuidado manifiesta la responsabilidad del educador respecto a esa libertad. El cuidado no termina en la infancia, sino que debe adaptarse a las diferentes edades por las que atraviesa el educando, adquiriendo nuevas formas, como el respeto, el tacto pedagógico… El rol de los padres y de las demás personas encargadas del cuidado del niño consiste en regular y dirigir el equilibrio entre cuidado y autonomía a favor del interés superior del educando.
Tanto libertad como autonomía se nos muestran como elementos irrenunciables a los que tiene que apuntar el proceso educativo para que el educando pueda realizar su diseño responsable.
Pero no puede lograrlo en solitario, se necesita la ayuda del educador, el cuidado y la autoridad que le ofrezcan la confianza suficiente para lograr romper la relación educativa, porque se puede afirmar que ésta ha cumplido su misión cuando se hace innecesaria.

¿Es Posible Educar en un Contexto Des-Educativo?

El elemento positivo de las crisis

Son muchos los autores que apuntan una crisis mundial de la educación. Coombs identificaba la crisis de la educación con una crisis de la institución escolar y proponía una conceptualización del fenómeno educativo que fuese más allá del ámbito formal, reconociendo el no formal e informal. Sin embargo, la crisis de la institución escolar se ha exportado a otros ámbitos.
Aunque las crisis no son del todo negativas. Según Arendt : “Una crisis nos obliga a volver a plantearnos preguntas y nos exige nuevas o viejas respuestas pero, en cualquier caso, juicios directos. Una crisis se convierte en un desastre cuando sólo podemos responder a ella con prejuicios”.
Un elemento positivo de la crisis educativa es la necesidad que cada educador tiene que reflexionar sobre su propia condición y su responsabilidad, para así emprender las acciones pedagógicas que se deriven de la asunción de tal responsabilidad.
A continuación se describe la situación actual de la relación educativa según Arendt y Duch.

La crisis de las transmisiones y las estructuras de acogida.Disolución del yo y fragmentación de la comunidad

Los problemas de convivencia en los centros muestran el desgaste de la relación educativa. Esta crisis tiene que ver, según Duch, con la crisis que afecta a las estructuras de acogida, y por tanto a las transmisiones.
La crisis que sufren las estructuras de acogida influye también en aquello que se transmite en la tradición. Duch distingue diversas nociones de estructura de acogida:
  • Sociológica: permiten la agregación de los individuos en el cuerpo social y constituyen los elementos indispensables para la socialización.
  • Psicológica: hacen posible la identificación del individuo como proceso nunca acabado que alcanza el punto culminante en la construcción de la persona como centro neurálgico de relaciones significativas.
  • Antropológica: permiten la actualización de las capacidades aprendidas por el ser humano porque ponen de manifiesto que posee la aptitud en el presente para rememorar el pasado y anticipar el futuro.
  • Religiosa: espacio donde el ser humano solía plantear las preguntas referidas a su existencia.
Duch se interesa sobre todo por la codescendencia (familia), la corresidencia (ciudad) y la cotrascendencia (religión). Se presentan como sucesivas comunidades en las que el ser humano va desplegando y asumiendo una identidad. Cada una acentúa la identificación desde el plano afectivo, el territorial o el simbólico-trascendente.
También encontramos en la educación una crisis del sujeto que abarca muchas dimensiones como: lo que el hombre piensa (crisis del sujeto-razón); lo que el hombre dice (crisis de la idea del sujeto-lenguaje) y lo que el hombre hace (idea de sujeto-moral).

¿Qué significa filosóficamente que el sujeto esté en crisis , y cuál puede ser su incidencia en la educación?

  • La crisis del sujeto-razón expresa la imposibilidad que experimenta el ser humano para acceder racionalmente a la verdad de las cosas. Se considera que no hay certezas que puedan captarse de forma racional. Si no podemos acceder a una verdad objetiva y universal lo único relevante será la opinión de cada cual. El sujeto tiende a sobrevalorar las opiniones personales como dignas de respeto en sí mismas, lo que según Vattimo y Rovatti han denominado pensamiento débil.
  • La crisis del sujeto-lenguaje hace que la palabra deje de ser el vehículo mediante el cual se transmite el conocimiento.
  • La crisis del sujeto-moral acentúa un tipo de moral privada, pues, si no hay modo de acceder a una verdad objetiva y universal ni de comunicarla, el resultado práctico será el repliegue del sujeto, sin referencias morales, a su privacidad. Esta noción de responsabilidad es fundamental, ya que el hombre es el único ser que puede asumir responsabilidades.
La disolución del sujeto y la fragmentación de la comunidad, ha llevado a algunos intelectuales a caracterizar la situación pedagógica actual como una emergencia educativa. Así se manifiesta la dificultad y el reto que implica educar en un contexto des-educativo. Hay que acentuar la reflexión y la capacidad de crítica, y profundizar en una relación con el educando en la que podamos ofrecer orientación y dirección sin imposiciones ni sometimientos.
Compartir: