La Dimensión Política y el Derecho a la Educación

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En un horizonte democrático, política y educación son dos realidades que están estrechamente vinculadas.

Introducción

Lo económico, lo jurídico, lo político y lo pedagógico aparecen con multitud de conexiones y nexos en las sociedades democráticas. La educación es impensable sin referencia a la sociedad.
Cuando se dice que la educación habilita para vivir en comunidad se apunta a la dimensión socio-política de la educación. ¿En qué sentido podemos afirmar que lo pedagógico es indisociable de lo político?, y ¿de qué forma podemos establecer una relación entre política y educación que sea verdaderamente humanizadora? Es necesario reflexionar sobre las formas en que la educación contribuye a la formación de la comunidad. La educación no se concibe únicamente como una experiencia puramente individual sino también como un fenómeno social y político.
Se utilizará la expresión “estatal” para referirse a todo aquello que es responsabilidad del Estado; mientras que lo “público” alude al espacio que ocupa la sociedad civil. La expresión “educación social” no equivale a “dimensión social de la educación”. La primera expresa el carácter asistencial de la intervención educativa, mientras que “dimensión social” hace referencia a la formación de la persona para la convivencia.
Cuando se utiliza la expresión “dimensión política” se está subrayando el carácter controvertido que en muchas ocasiones tiene también la educación, debido a su condición social.
La herencia griega acentúa el papel de la comunidad y la tradición en la conformación del fenómeno educativo. Como paideia la educación es una acción indiscernible de la comunidad política, de la construcción o creación de un escenario público donde aparecer como ciudadanos.
Jaeger señala que la educación es el principio mediante el cual la comunidad humana conserva y transmite su peculiaridad física y espiritual.

Pasión, Indiferencia y Pluralismo

Tanto la política como la educación apelan a la construcción de la comunidad, a la permanencia en el tiempo de un nosotros. Para Bárcena la educación es una cuestión política en dos sentidos. Por un lado, en tanto que es impensable concebir la vida del ser humano sin los demás, al margen de la comunidad que construye con otros; y por otro, porque la educación es un fenómeno triplemente condicionado por la política:
  • Porque está orientada a la formación del ciudadano, sin cuya habilidad para la participación social se hace imposible la creación de una buena comunidad.
  • Porque la educación necesita de un marco político y social que la regule, en tanto que la educación es un derecho humano que el Estado debe garantizar.
  • Porque siendo la educación un tipo de acción realizada por el hombre, puede verse condicionada por intereses de carácter político, ideológico, económico, etc.
Entre la pasión y la indiferencia existen muchas propuestas: a continuación veremos algunas de las más significativas para entender estas relaciones.

La pasión política

Para Sócrates toda educación debía ser política; Platón justificaba que fuera una tarea del Estado hacer ciudadanos perfectos, formados tanto en el respeto al cuerpo como el alma.
Aristóteles también cree que el estado debe tener el control de la educación y que debe preparar a los diversos tipos de ciudadanos en función de las necesidades de la polis.
En la actualidad también hay quienes piensan que la educación debe acomodarse prioritariamente a las necesidades sociales o a las demandas de los mercados económico-laborales. Otros filósofos llegan al extremo de considerar la educación desde un punto de vista revolucionario.
La “pasión política” arrastra a la educación hacia fines que se establecen políticamente o bien por motivos meramente económicos, mientras que la reflexión educativa sobre los fines desaparece o resulta gravemente disminuida.
Para Ortega Y Gasset y Dewey la educación se pone al servicio de la política en la confianza de que así las sociedades y las comunidades podrán progresar y prosperar.
Ortega decía que la educación es transformación de una realidad en el sentido de cierta idea mejor que poseemos y la educación no ha de ser sino social. Para Ortega la educación cumple dos funciones: es educación política e, inseparablemente, “programa político” de alcance no ya individual sino social.
Dewey decía que la educación es el método fundamental del progreso y la reforma social.
La educación aparece como un instrumento de crítica, de toma de conciencia de la propia situación y de liberación de la opresión de los poderes económicos o políticos. Autores: Freire, Apple y los adscritos a la llamada corriente crítica.
La educación se convierte en un recurso para la lucha social, dando a conocer la situación de injusticia y el destino al que se pretende llegar. Aquí reside el futuro, la utopía.
La educación puede teñirse de tintes revolucionarios cuando se guía por alguna ideología totalitaria en detrimento de los ideales democrático.

Indiferencia política

Para otros autores es mejor que la política permanezca al margen del discurso educativo. La educación pertenece al espacio privado, mientras que lo propio de la política es el espacio público.
En esta posición se sitúa H. Arendt, el cual opina que la educación tiene que preparar para la vida política, pero también que la educación permanece al margen de esta esfera. Plantea una cuestión de primer orden: ¿A quién corresponde la responsabilidad de educar? Las ideas de Arendt ayudan a reflexionar sobre las relaciones entre política y educación de una forma radical, arrojando luz sobre los espacio público y privado en los que se compromete la educación. Se presenta una visión reduccionista de lo educativo al extirpar su condición política. Se recluye el fenómeno educativo en la esfera privada, predominando una visión de la educación más como “cuidado”, en detrimento de la formación de la “autonomía”, que tan necesaria es para los sistemas democráticos. Arendt no explica del todo por qué es mejor que los jóvenes se mantengan alejados de la política mientras son “jóvenes”.
Incluímos a Rousseau y su ideal de “educación negativa”. Para él existe una diferencia entre el espacio natural (en el que el niño se educa) y el espacio social (al que ingresa el hombre tras la educación). El espacio natural es bueno, mientras que la sociedad corrompe a los individuos.

El pluralismos clave en la relación entre política y educación

Para Aristóteles la política era la forma humana de vida; si la educación es humanización, no podremos deslindar ambas realidades. La educación no puede ser sino política y la política no puede ser sino educativa. No se puede fragmentar la acción educativa ya que quien la recibe es una unidad y como tal la recibirá.
Birulés manifiesta la condición indispensable de la política es la irreductible pluralidad que queda expresada en el hecho de que somos alguien y no algo.
Tanto en educación como en política el pluralismo lleva a reconocer a los seres singulares, a no olvidar la condición personal de cada uno de los ciudadanos. Nussbaum establece una vinculación entre excelencia humana y “bienes relacionales”. Para ella toda excelencia humana necesita de condiciones y recursos, externos, de “bienes relacionales” como ella los denomina.
El pluralismo es la condición de posibilidad para que puedan aparecer bienes relacionales, pone a salvo la identidad de cada uno y hace posible la unidad, bien relacional por excelencia. La relevancia política de la educación pasa por promover mediante ésta la responsabilidad de la persona respecto al bien común.
M. van Manen se ha preocupado por convertir la pedagogía en motor de la reflexión política. Afirma que una postura que rehúse asumir una responsabilidad activa respecto al mundo al que se ha traído al niño es inaceptable desde un punto de vista pedagógico.

La Determinación Filosófica-Educativa del Derecho a la Educación

La educación ha sido codificada jurídicamente con la más alta declaración que puede reconocerse, como “Derecho Humano Universal”.
El derecho a la educación se convierte tanto en una exigencia como en expresión de la dignidad del ser humano. Exigencia por cuando resulta anterior a todo pacto jurídico nacional o internacional sobre su reconocimiento; y expresión de la dignidad del hombre, por cuanto la educación y la cultura constituyen esa “segunda naturaleza”.
Cuatro corrientes de fundamentación de los Derechos Humanos:
  1. La Teoría Iusnaturalista sostiene que los Derechos Humanos lo son antes de su codificación positiva. Se derivan de un orden moral objetivo y universal previo a la voluntad de cualquier legislador. Radica en el reconocimiento de la dignidad del ser humano. Reclama por ella misma “el derecho a tener derechos”. La conciencia de cada ser humano dicta el conjunto de cosas que se deben hacer o no hacer por el simple hecho de que el hombre es hombre.
  2. El Positivismo Jurídico no reconoce la existencia de ninguna Ley natural por encima del acuerdo y los pactos jurídicos establecidos entre los hombres. Los Derechos Humanos lo son en la medida en que aparecen codificados en algún instrumento jurídico vinculante.
  3. Corriente del Iusnaturalimos Crítico o Positivismo Evolucionado. Trata de armonizar los desacuerdos, aceptando la objetividad y universalidad de los Derechos Humanos como proceso y producto histórico, y no como derivación de una Ley natural. Jover afirma que si bien el derecho a la educación es uno de esos derechos fundamentales que el hombre posee por el hecho de ser hombre, su plasmación en el derecho positivo es una conquista histórica. El “derecho a la educación” radica en la estructura antropológica del ser humano; en su necesidad de educación y en su correlato: en la obligación de educar-se.
  4. Propuesta que hace Nussbaum a partir de la noción de “capacidades”. Sugieres una teoría mínima de la justicia social afirmando que una sociedad que no garantice a todos sus ciudadanos, en un nivel mínimo adecuado, una serie de capacidades no llegaría a ser una sociedad justa.

Tensiones y Controversias del Dinamismo

Las principales tensiones que se producen en el interior de los sistemas democráticos son: ? La tensión entre libertad individual y solidaridad. En una democracia debe haber un amplio margen para el desarrollo de la libertad individual pero hay que asegurar la lealtad de los individuos respecto de los demás y con la sociedad en su conjunto.
  • La tensión entre los ámbitos público y privado. El hombre es por naturaleza un ser social, y tiene derecho a desarrollar un estilo de vida de acuerdo con sus convicciones fundamentales no sólo en el ámbito de su domicilio, sino también en la esfera pública.
  • La tensión entre los valores de libertad e igualdad. Se plasman dos concepciones diversas de la democracia: los minimalistas están de ordinario en contra del excesivo control por parte del Estado. Los maximalistas se muestran más partidarios del a intervención estatal.
  • La tensión entre los criterios pedagógicos y los intereses del mercado. Se cuestiona cuáles deben ser las finalidades prioritarias que guíen la educación en los sistemas democráticos.
Pring pasa por considerar que la misma actividad puede ser, al mismo tiempo, educativamente liberadora y profesionalmente útil, filosóficamente rica y prácticamente aplicable, necesitada de comprensión teórica y habilidad práctica.
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