El legado del budismo

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Para muchos estudiosos, el éxito actual del sistema budista parece responder a tres grandes «rechazos» de Occidente desde el Renacimiento y el advenimiento del mundo moderno: rechazo de lo imaginativo y de la parte irracional del espíritu humano; rechazo de la pregunta individual sobre el sentido de la vida; y, por último, olvido por el hombre occidental de la exploración íntima de su conciencia y de su mundo interior en provecho de la exploración del universo y de los fenómenos externos. Esta reconciliación de la interioridad y lo exterior, de la razón y la imaginación, del progreso científico y técnico y de la pregunta sobre el sentido.
El primer occidental que nombra a Buddha es Clemente de Alejandría (150-218 d.C.). Hay que esperar al siglo XIV a la publicación de los recuerdo del gran viajero veneciano Marco Polo (1271-1295) para tener noticias más precisas de la figura del Buddha.
Las ideas budistas no sólo tuvieron un profundo impacto entre algunos escritores e intelectuales europeos, sino también en la teoría filosófico-religiosa surgida en América conocida como «trascendentalismo».
Particularmente ha suscitado interés el budismo zen, sobre todo en los Estados Unidos, a lo que han contribuido las obras tanto especializadas como populares del Dr. Suzuki (1870-1966) y de Alan Watts (1915-1974).
El budismo tibetano llegó a Occidente casi diez años después de la rebelión y éxodo de los lamas del Tíbet. Su llegada supone el comienzo de una nueva fase en la asimilación del pensamiento oriental dentro de la cultura norteamericana. Durante siglos el lamaísmo ha hecho del desarrollo espiritual su prioridad social y ha sido el heredero de dos mil quinientos años de teoría y práctica budista.
Los trabajos del lama alemán Anâgârika Govinda son una importante fuente de información sobre la filosofía y las prácticas budistas tibetanas. Entre sus obras más importantes figuran: El camino de las nubes blancas y Fundamentos de la mística tibetana. Por último, la intrépida francesa Alexandra David-Neel viajó por algunos países de Oriente sola, en expediciones casi heroicas. Adoptó un lama tibetano como hijo propio y ella misma llegó a ser lama. Es autora de interesantes libros como Inmortalidad y reencarnación, Las enseñanzas secretas de los buddhistas tibetanos y Místicos y magos del Tíbet.
Desde hace algunos años se ha pasado del interés intelectual de una minoría selecta a una práctica de la meditación budista, a la que se entregan en todo el mundo miles de individuos de distintos credos, culturas, sensibilidades y latitudes. Recientemente, la meditación se ha popularizado en Occidente como instrumento de relajación y de crecimiento personal.
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