El corazón de las enseñanzas del Buddha

Compartir:
La puesta en movimiento de la Rueda del Dharma

El budismo es el único mensaje religioso y filosófico del subcontinente que ha traspasado de forma espectacular sus fronteras.
Una de las fórmulas más célebres en las que se resume el corazón de la enseñanza del Buddha es la de las Cuatro Nobles Verdades.
Esta enseñanza se presentaba como una terapéutica, como un método o cura, como un sistema y proceso de curación. La presentación en una estructura cuádruple es análoga a la que era común en la práctica médica de la época del Buddha: diagnosticar la enfermedad, identificar su causa, determinar si es posible la curación y prescribir el tratamiento idóneo.
Partiendo del hecho fundamental de que toda experiencia es sufrimiento (Primera Noble Verdad), busca primero la causa del sufrimiento y la encuentra en el deseo de vivir (Segunda Noble Verdad); afirma que la curación será posible si nos deshacemos de la causa de la enfermedad, es decir, de la sed o deseo (Tercera Noble Verdad). Por último, describe el camino hacia la salud, el Noble Sendero Óctuple (Cuarta Noble Verdad).
Esta enseñanza fue expuesta por vez primera en el sermón que tuvo lugar en el Parque de los Ciervos de Sârnâth, ciudad próxima a Benarés. Con este sermón el Buddha se dirigió a sus primeros discípulos, cinco ascetas con los que había compartido años atrás el camino del ascetismo; el sermón se conoce como «La puesta en movimiento de la rueda del Dharma», y está constituido por una serie de reflexiones sobre las denominadas «Cuatro Nobles Verdades», que constituyen el Dharma, ley o doctrina budista, a saber: el sufrimiento, el origen del sufrimiento, el cese del sufrimiento y el camino que conduce al cese del sufrimiento.

Primera Noble Verdad

La Primera Noble Verdad expresa la concepción budista del ser humano, del mundo y de la realidad. Según esta concepción, toda realidad está marcada por tres características. En primer lugar, el carácter transitorio, impermanente y fugaz de todo lo real, es decir, su contingencia (anitya). La segunda característica es el resultado de ésta: si en el ser humano o en el mundo no hay nada que no transite, se desarrolle y evolucione, nada que permanezca siendo lo mismo, entonces ni en el ser humano ni fuera de él hay una entidad o sustancia que permanezca inmóvil a través del camino y que exista por sí misma e independientemente de otras realidades (anâtman).
El budismo no acepta la creencia en un yo, un âtman, un alma, un espíritu, una persona que pueda existir al margen del mundo o del hombre. Esto es lo que se afirma cuando se dice que el budismo niega la existencia de un yo. Cada ser no es, pues, más que una cadena de fenómenos pasajeros que se suceden condicionándose estrechamente los unos a los otros.
La tercera característica es la que da nombre a la Primera Noble Verdad: dukkha. Suele traducirse por sufrimiento, mal, dolor, etc. Es consecuencia de las dos características anteriores: si no hay nada permanente y tampoco una entidad inmutable e independiente, cualquier cosa que parezca satisfacernos no lo hará plenamente, porque tarde o temprano cambiará o dejará de existir debido a la condición de impermanencia a la que está sujeto todo ser humano no liberado.
Para el budismo la verdad del sufrimiento está garantizada y confirmada por la observación empírica y el análisis lógico. A pesar de la aparente visión negativa y pesimista del ser humano que se desprende de la primera Noble Verdad, la tradición budista sostiene al mismo tiempo que la condición humana es valiosísima, muy difícil de conseguir y la mejor de todas las existencias posibles para practicar un camino espiritual, incluso superior en este sentido a la de los dioses.
La concepción del sufrimiento, según el budismo, puede contemplarse bajo tres aspectos. En primer lugar, el sufrimiento en su forma corriente, común, a saber, todas las manifestaciones del sufrimiento inherentes a la vida tales como el nacimiento, la vejez, la enfermedad, la muerte, la unión con lo no amado, la separación de lo amado, la privación de lo deseado, etc. En segundo lugar, el sufrimiento como consecuencia del cambio, de la transformación. Todas las sensaciones placenteras y felices que el hombre puede experimentar se desvanecen y desaparecen. Y en tercer lugar, el sufrimiento o la insatisfactoriedad de los estados condicionados.
Este tercer aspecto constituye la faceta filosófica más importante de la primera Noble Verdad. En este contexto se refiere a los cinco agregados que constituyen el «individuo», «yo» o «ser».
El primer agregado se refiere al aspecto material de la existencia, ya sea el mundo externo o el propio cuerpo de un ser vivo. Está constituido por cuatro elementos: tierra, agua, fuego y viento. El cuerpo de carne y hueso se compone a partir de la interacción de los cuatro elementos. De estos cuatro elementos derivan otros veinticuatro fenómenos y cualidades materiales; entre estos elementos se incluyen nuestros órganos sensitivos, es decir, las facultades cuyas bases son el ojo, el oído, la nariz, la lengua, el cuerpo y la mente, y sus correspondientes objetos sensoriales, a saber, las formas visibles, el sonido, el olor, el gusto, los objetos tangibles, las ideas y los pensamientos.
El segundo agregado es el de la sensación. Aquí están incluidas todas las sensaciones (agradables, desagradables y neutras), experimentadas por medio del contacto de los órganos de los sentidos con el mundo externo. Las seis clases de sensaciones son: la sensación visual, la auditiva, la olfativa, la gustativa, la táctil y la mental. Todas las sensaciones psicofísicas forman parte de este agregado.
El tercer agregado es el de la percepción. La función de la percepción es el reconocimiento de objetos psico-físicos. Igual que en el caso de la sensación, también existen seis tipos de percepción en conexión con las seis facultades internas y los seis objetos correspondientes. Y, como sucede con la sensación, es generada por el contacto de las seis facultades con el mundo externo.
El cuarto agregado corresponde a las formaciones o actividades mentales. Según la filosofía del Abhidharma se distinguen en total 50 categorías de actividades mentales (en este grupo se incluyen todos los factores mentales, excepto la sensación y la percepción porque no son actividades volitivas, no engendran efectos kármicos). Y, al igual que la sensación y la percepción, es de seis clases, conectadas con las seis facultades internas y sus objetos inherentes: volición dirigida a formas visibles, sonidos, olores, sabores, objetos tangibles y objetos mentales.
La voluntad juega un papel muy importante en el campo mental. En el budismo ninguna acción genera efectos kármicos si está falta de volición. En este grupo se incluyen todas las actividades volitivas, ya sean buenas o malas. Eso que se conoce generalmente como karma forma parte de esta agrupación.
El quinto es el agregado de la conciencia. Como la sensación, la percepción y las composiciones mentales, la conciencia manifiesta asimismo seis tipos: conciencia visual, auditiva, olfativa, gustativa, táctil y mental.

Segunda Noble Verdad

La segunda Noble Verdad se refiere a la génesis de esta masa de sufrimiento.
El afán, sed o deseo, considerado como el origen del sufrimiento, depende de la manifestación de otra cosa, o sea de la sensación, y ésta, a su vez, depende del contacto; así, sucesiva y dependientemente, entra en escena el ciclo conocido con el nombre de Pratîya-samutpada («surgimiento condicionado», «origen interdependiente», etc.).
El principio de la Pratîya-samutpada se haya expuesto en esta breve fórmula: «Cuando esto es, eso existe. Con el surgir de esto, eso surge. Cuando esto no es, eso no existe; con cesar de esto, eso cesa». Formulado abstractamente, este concepto significa básicamente que el universo psico-físico surge y cesa según ciertas causas y condiciones. La principal aplicación concreta del principio abstracto consiste en una serie de eslabones condicionados y condicionantes que culminan en la aparición del sufrimiento.
La doctrina del Surgimiento Condicionado está inspirada en dos actitudes intelectuales características del budismo. Por un lado, la visión causalista de la realidad, el considerar que todos los fenómenos (con excepción del Nirvâna) tienen una causa que los determina y explica y que, por consiguiente, para poner fin a algún proceso, es necesario interdependencia de todas las cosas: todo fenómeno tiene una causa y es a su vez causa de otro fenómeno. Y aunque la «sed», el afán, el ansia no es la única ni la primera causa del sufrimiento, sí es la más inmediata y clara. El origen de esta masa de sufrimiento es la ignorancia de la naturaleza ilusoria de la existencia sensible y, en particular, la noción perjudicial de la eternidad del alma, que irónicamente mantiene el deseo, el ansia de vida.
La palabra karma significa literalmente «obra» o «acción». No obstante todas las acciones no son kármicas. Únicamente la acción volitiva es karma. La doctrina del karma es un proceso de acción y reacción, de causa y efecto; es una ley natural, sin necesidad de una entidad divina externa que remunere o sancione los comportamientos humanos. No resulta difícil, pues, entender todo esto. Ahora bien, lo que sí parece más complicado de captar es cómo los resultados de un acto volitivo pueden manifestarse en una vida posterior a ésta.

Tercera Noble Verdad

Esta Noble Verdad se centra en el tema de la salvación o liberación del ciclo de las existencias, o lo que es lo mismo, el Nirvâna.
Según el budismo, el Nirvâna no puede ser entendido mediante el razonamiento, sino que debe ser experimentado. Estrictamente hablando, esta experiencia del Nirvâna no puede ser comunicada a otros, porque ningún lenguaje puede describir la absorción del individuo en lo Absoluto.

Cuarta Noble Verdad

Esta cuarta Noble Verdad, es decir el camino que conduce al cese del sufrimiento es denominada «Noble Sendero Óctuple» porque consta de ocho factores. También es conocida esta Noble Verdad como «Sendero Medio», porque evita los extremos del libertinaje y del ascetismo riguroso.
Las ocho divisiones del Óctuple Noble Sendero se pueden escindir en tres grupos. En primer lugar, el de la Sabiduría, al que pertenecen el recto entendimiento y el recto pensamiento. El recto entendimiento incluye el entendimiento intelectual y parcialmente experimental, de las Cuatro Nobles Verdades. El pensamiento recto abarca ideas de renuncia, de desapego, de buena voluntad, de no dañar y de compasión.
El grupo de la conducta ética consta de tres factores: recta palabra, recta acción y rectos medios de vida. Recta palabra o, lo que es lo mismo, abstenerse de falsedad de difamar, de calumniar, de utilizar palabras que puedan promover el odio, la enemistad y la discordia; no hablar ni ruda, ni descortés, ni ofensivamente; abstenerse de entablar conversaciones sin sentido y no chismorrear. La recta acción o, lo que es lo mismo, abstenerse de matar, de robar y de conducta sexual inapropiada. El recto sustentamiento supone el prescindir de los modos de vida irregulares que dañan y hacen sufrir a otros.
El grupo de la disciplina mental o concentración está constituido por: el recto esfuerzo, la recta atención y la recta concentración. Recto esfuerzo es el empeño perseverante para impedir la producción de pensamientos malos y dañinos y promover pensamientos saludables. La recta atención consiste en prestar diligente atención al cuerpo, a las sensaciones, a las emociones, a las actividades de la mente. El tercer y último factor de la disciplina mental y la última fase del Óctuple Sendero es la recta concentración, que describe la esencia de la meditación budista.
Los ocho factores del Noble Sendero Óctuple no son pasos que haya que dar sucesivamente, uno tras otro; son interdependientes y están interrelacionados, y al nivel más alto actúan simultáneamente.
Compartir:

0 comments:

Publicar un comentario