Introducción

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Un rasgo básico de la flexibilidad y robustez de la tradición hindú ha sido su facilidad para incorporar en su seno a las diferentes oleadas de pueblos colonizadores en el transcurso del tiempo.
Algunas de las más importantes formas religiosas del planeta han germinado en territorio indio: el hinduismo, el budismo, el islam y el cristianismo.
El hinduismo es el resultado de la convivencia de enfoques diversos y, desde una perspectiva externa, contradictorios que el individuo haya sostenido acerca de la divinidad y del universo y acerca de sus relaciones con ambos: asimismo declara la existencia de distintas vías para llegar a Dios: la meditación, el conocimiento, el trabajo y la devoción.

Conocimiento de la India en Occidente

Europa debe sus primeros conocimientos acerca de la India a Heródoto (siglo V a.C.), quien en su Historia ofrece una variedad de testimonios acerca de la India y de sus moradores.
Por su parte, el célebre médico griego Hipócrates (460-370 a.C.), en el tratado titulado Las enfermedades de las mujeres, menciona, como un componente de una medicina, el indikón phármacon, el remedio indio, llamado péperi (pimienta).
De ningún pensador griego se ha afirmado con tanta frecuencia que fuera influido por los sabios de la India como de Pitágoras.
Grecia y la India estaban destinadas, sin embargo, a entrar en un contacto más estrecho y directo. Cuando Alejandro Magno se lanzó a su famosa expedición a Oriente, llevaba consigo varios historiadores y científicos. Fue en Taxila, donde, por primera vez, se enfrentaron directamente las civilizaciones de Oriente y Occidente. Alejandro envió a Onesícrito (ca. 375-300 a.C.), filósofo e historiador griego para investigarlos; le llamó la atención: su postura ante la muerte, las costumbres ascéticas, la resistencia física, la firmeza, la actitud contemplativa y la desnudez, característica que llevó a los griegos a llamarlos «gimnosofistas».
Los edictos y las inscripciones de Ashoka (siglo III a.C.), el más grandioso de los antiguos monarcas de la India, ubicados en varias partes de su imperio, nos familiarizan no solamente con la personalidad del rey, sino también con los acontecimientos de su reinado. Acaso el más conocido de ellos sea su conversión al budismo.
A comienzos del siglo II a.C., príncipes indogriegos se asentaron en la Bactriana y no cesaron de llevar a cabo incursiones en el valle del Indo: uno de ellos, a quien los griegos llamaban Menandro y los indios Milinda, que reinó alrededor del año 150 a.C. en los territorios del noroeste de la India, alcanzó gran celebridad en la historia del budismo primitivo, porque figura como principal protagonista de Las preguntas de Milinda, la obra no canónica más importante del Theravâda.
Roma envió regularmente embajadas a la India, para estudiar filosofía y ciencia, y se tiene noticia de diversas legaciones indias en la corte de Trajano (siglo I) y en la de Claudio.
La filosofía india fue adquiriendo una reputación creciente en las escuelas helenísticas de Asia Menor y Egipto. Plotino (204-270), máximo representante del neoplatonismo, acompañó a Gordiano III en la expedición contra los persas, movido por el deseo de aprender directamente de los maestros orientales las doctrinas religiosas y filosóficas de India e Irán.
El descubrimiento de Vasco de Gama de la ruta marítima hacia las Indias orientales en 1498 volvió a anudar más estrechamente los lazos sueltos desde hacía muchos años entre Occidente y la India.
A finales del siglo XVIII y comienzos del XIX surge una gran pléyade de investigadores y orientalistas dispuestos a revelar al mundo occidental los tesoros literarios, filosóficos y religiosos de Asia. Con ellos se inicia la era científica de estudio de las culturas asiáticas, que revolucionó los limitados conceptos del Occidente mediterráneo. En 1801 el filólogo francés Anquetil-Duperron publicó la «Oupnek´hat» persa, cincuenta Upanishads en latín ampliamente comentadas.
William Jones (1746-1794), al que se le atribuye la fundación en 1837 de la Sociedad Asiática de Bengala y que ha contribuido en gran medida a dar a conocer la India en Europa, publica una versión del Mânavadharmahâstra (conocido bajo el nombre de «Leyes de Manu») y traduce el drama sánscrito El reconocimiento de Shakuntalâ.

Aproximación de la India a Occidente

Con la decadencia del Imperio mogol, a mediados del siglo XVIII, la Compañía Británica de las Indias Orientales se hizo cargo de la administración de zonas cada vez más amplias hasta llegar a someter bajo su dominio, directa o indirectamente, todo el subcontinente. Tras la sublevación de 1857, la corona británica pasó a ocupar el lugar de dicha Compañía.
La fundación de universidades que empleaban el inglés propició una difusión siempre en aumento de las ideas occidentales y de los conocimientos científicos y tecnológicos; por su parte, la filosofía india ganó en difusión, ya que los textos, que antes estaban a disposición de los estudiosos sólo en número limitado de manuscritos, se publicaron en ediciones asequibles.
A comienzos del siglo XIX, el cristianismo, cuya expansión se hace posible con el establecimiento definitivo del dominio inglés, ejerce una poderosa influencia sobre el hinduismo, por obra de los reformadores que hallaron, por los elementos espirituales y éticos que les eran presentados, motivos de mejora de su credo, para liberarlo de cuanto pareciese haberlo desvirtuado y restituido a su pretendida pureza original.
La tentativa más audaz en este sentido está representada por un brahmán bengalí, Râjâ Rammohan Roy (1772-1833), llamado el «Padre de la India Moderna» y fundador de una sociedad religiosa denominada Brahmo-Samâj.
Uno de los más destacados exponentes del pensamiento indio es Aurobindo Ghose. En 1910 fundó un âshram. Desarrolló una compleja doctrina de la evolución del alma humana desde niveles inferiores a superiores de la conciencia espiritual y de la transformación de la materia en espíritu.
Mohandas Karamchand Gandhi, conocido por el calificativo de Mahâtmâ («Alma grande»), pertenecía a una familia rica y cultivada. Cursó estudios jurídicos en Londres y, durante su prolongada estancia en Sudáfrica, intervino de forma activa contra las segregaciones raciales y perfiló sus métodos de lucha no violenta. A su regreso a la India adoptó el modo de vida y vestimentas hindúes, organizó la resistencia pacífica contra los colonizadores ingleses y estuvo en diversas ocasiones en la cárcel.
Râmakrishna (1836-1886), después de haberse iniciado en las más severas formas de yoga y de haber estudiado con particular diligencia el espíritu del cristianismo e islamismo, monista convencido, proclama, ante los hombres de todas las castas, que cualquier forma de religión es camino seguro para llegar a la posesión de la verdad.
Bhagavan Sri Râmana Maharshi (1879-1950), después de una experiencia mística, perdió todo interés en las cosas mundanas y abandonó su casa y vivió como un asceta en el monte Arunâchala. A su alrededor se formó un âshram al que acudieron numerosos intelectuales y profesores cuando empezó a ser conocido en Occidente. Su sistema de enseñanza consistía en contestar sin circunloquios a quien le formulaba alguna pregunta, remitiéndole constantemente al Sí-mismo, para cuya realización recomendaba la búsqueda incansable a partir de la magna pregunta «¿quién soy?».
Uno de los personajes más fascinantes del siglo XX nacido en suelo indio es Jiddu Krishnamurti (1895-1986). Hijo de una familia de modestos brahmanes, fue descubierto en 1909 por Leadbeater, miembro de la Sociedad Teosófica, que vio en él una energía singular. En 1929 dejó la Sociedad Teosófica e inició la serie de conferencias y libros que lo hicieron famoso.
La filosofía ha resultado ser en la India una forma de vida. Dado que el objetivo último de la filosofía es la transformación de la vida, una conducta correcta es mucho más importante que las creencias y las teorías. En las escuelas de filosofía indica se pone un especial énfasis en la necesidad de la disciplina moral como un paso previo al estudio filosófico eficaz.
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