Epilogo- Virtud o Felicidad- Por Una Etica De Minimos

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VIRTUD VERSUS FELICIDAD

Fueron los estoicos los que consideraron dos tipos de felicidad: la felicidad interior, que alcanza el sabio mediante la autarquía, y la felicidad exterior, que corre a cuenta del destino, perfilándose la separación entre dos mundos: el moral y el natural. La Stoa, promulgara la igualdad de todos los hombres a participar de un Logos común. El problema histórico del momento es como conciliar la enseñanza de la igualdad universal con la moral del placer, de la naturaleza o de la perfección, en una sociedad de recursos técnicos escasos.
Las corrientes hedonistas que desembocaran en el utilitarismo anglosajón, vieron en el sentimiento social una fuente de felicidad. Para el utilitarismo, la virtud es un componente imprescindible de la felicidad.
Los perfeccionistas igualitarios, fueron separando las dos dimensiones que componen el fenómeno moral en su totalidad (virtud y felicidad).
La vida conforme a la virtud, es la vida conforme al deber; la satisfacción interior solo se consigue independizándose de los atractivos de la naturaleza externa y obedeciendo a una voz interna común a todo hombre. La felicidad se entenderá como el conjunto de bienes sensibles que la naturaleza puede regalar o negar a los individuos.
Ya desde la Edad Media, la ley moral era expresión de la voluntad de Dios que aseguraba la felicidad a cuantos la cumplían, en este sentido, ley y felicidad se confundían (vertiente jurídica de lo moral).
Cuando la religión dejo de constituir el sustento de la moralidad, la ley, bajo forma de deber, dio en ocupar el primer puesto en el campo de lo moral. La perfección no se logra sino por esfuerzo; cobran fuerza las éticas deontológicas, las éticas del deber, dotando a todos los hombres de igual valor. Vivir según este valor, es vivir bien.

CRITICA A LA ESCISION DE LOS DOS LADOS DEL FENOMENO MORAL

Necesariamente se ha producido históricamente, la separación entre el mundo de los intereses morales y los empíricos.
Con Platón y Aristóteles, actuar conforme a la razón, implicaba ajustarse a la estructura del mundo, estructura racional que constituye un orden objetivo.
En el SXVII, la razón moral se convierte en razón subjetiva calculadora, intentando conciliar los intereses antagónicos según criterios de utilidad. El formalismo es el precio pagado por la autonomía.
El formalismo no permite legitimar ningún contenido concreto de la moralidad y se limita a legitimar lo dado.
La virtud se presenta como el reflejo de lo ético en lo individual, determinado como tal en la naturaleza, la costumbre se muestra superior, como ley que corresponde al espíritu de la libertad.
En las teorías liberales, la virtud entra en liza con la justicia, ya que se trata de asesorar a los políticos sobre como debería realizarse la elección social. El bienestar es prioritario con respecto a la justicia y constituye el concepto ético más relevante (pero la justicia es clave en las teorías de bienestar social).
Frente a Hegel, la teoría de elección social, procede atomísticamente, desde la particularidad a lo universal.
Frente a Kant y a todas las teorías deontológicas, se afirma que los intereses heterónomos (los de los individuos reales), no tiene porque ser inmorales o amorales; Las éticas deontológicas distinguen los intereses individuales de los intereses morales, y son los intereses heterónomos los que rigen las elecciones de los individuos empíricos.
El orden moral impuesto por la razón no existe; la voluntad es quien crea los valores desde el caos.
El homo ludens podrá sustituir al homo faber, en una sociedad en la que el placer y deber se identifican, en la que la moral del deber esta de mas porque coinciden lo que se desea y lo que se debe.

EL TRIUNFO DEL CAMELLO: ÉTICA DE MÍNIMOS

La constatación de que no ha llegado la transformación social y la felicidad continúa en manos de la lotería.
El juicio “el hombre virtuoso es feliz” es sintético a posteriori, pues el nexo entre los dos términos es sólo casual. Actualmente, las éticas se limitan a calcular juicios de bienestar social o a justificar normas: el auge actual de las éticas deontológicas y su “renuncia” a la felicidad. Razones de esta reducción (Apel-Habermas).
  • Una ética crítico-universalista no prejuzga dogmáticamente la felicidad de los individuos.
  • Una ética crítico-universalista no acepta el relativismo, pues admite formas varias de “vida buena” pero no principios diversos de la justicia.
  • La pregunta por la vida feliz no es cosa sólo de filósofos (los modelos de felicidad trascienden la ética).
Otras razones del actual deontologismo: la identificación de “excelencia” y de “felicidad” desde una perspectiva felicitante en una sociedad ideologizada inmisericorde y competitiva. La conveniencia de una ética de mínimos que propugne el respeto a la igualdad como forma de discurso normativo y de vida.
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