Introducción

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Concepto de sabidurías orientales

Entraña su estudio grandes dificultades porque no hay, según Guenón, una verdadera equivalencia entre los términos de dos lenguas diferentes que están alejadas tanto filológicamente como en razón de la diversidad de las concepciones de los pueblos que las emplean.
Eliade dice: que es necesario hacer una integración sobre las religiones desde una perspectiva general. Nadie es capaz de abarcar por sí solo el inmenso ámbito del pensamiento oriental. El espacio es enorme por su extensión, excesivamente variado y complejo por su fraccionamiento. Hace falta una suma de conocimientos adquiridos de otras especialidades que son en si mismas diversas: arqueológicos, lingüísticos, filosóficos, antropológicos, históricos, filológicos, literarios, religiosos, sociológicos, psicológicos…

Aproximación a las sabidurías orientales

Para algunos investigadores su estudio presenta importantes matices religiosos. Se afirma que tienen que ver con la psicoterapia. Para otros son una especie de mezcla de aspectos religiosos, filosóficos, teológicos, psicológicos, hay quienes proclaman la inexistencia de etiquetas para definir las sabidurías orientales, piensan que son un conjunto de experimentos, una serie de normas o preceptos que debidamente ejecutados, conducen al descubrimiento del nivel mental. Watts se refiere a la imposibilidad de clasificar el hinduismo y el budismo como religiones, filosofías o ciencias o incluso mitología.
Creemos que el concepto más amplio que engloba los diferentes matices, sensibilidades y sabores del pensamiento oriental es el de «sabiduría», entendida como vínculo muy estrecho entre un verdadero saber y un auténtico arte de vivir, como un encuentro entre la persona y la virtud, para que su vida se adapte a la misma ley del universo.

La búsqueda de un hilo conductor

El periodo comprendido entre la segunda mitad del XX hasta la actualidad ha sido testigo de un creciente interés por parte de los filósofos, teólogos e historiadores de las religiones. Huxley denominó filosofía perenne a una enseñanza universal, a un foco de sabiduría antiquísima.
Esta Tradición Unánime, Sabiduría Primordial, Sabiduría antigua o Perenne, porque aparece en épocas y culturas diversas ataviada de forma muy parecida, esta percepción del mundo constituye el corazón de las grandes sabidurías tanto de Oriente como de Occidente. En el núcleo de esta «filosofía perenne» se halla la noción de no-dualidad: la filosofía perenne ha eludido caer en la dualidad (cielo-tierra; masculino-femenino…), en su lugar se ha centrado en su unión e integración. Esta unión entre tierra y cielo, entre lo finito e infinito resulta patente en las enseñanzas tántricas, y es precisamente el núcleo de las tradiciones de sabiduría al que se aplica el término de filosofía perenne.
Las denominadas sabidurías orientales no duales presentan como centro nuclear la doctrina no-dual. Estos sistemas no están construidos a base de enseñanzas estrictamente filosóficas, religiosas, tal y como se entiende en Occidente. Guenón dice: la religión es cosa absolutamente occidental, no se puede aplicar el mismo término a algunas doctrina orientales…, la filosofía presenta, también, un punto de vista exclusivamente occidental. Por tanto debemos hablar de sabiduría, en la medida en que se trata de ir más allá de lo que la filosofía tiene de particular e histórico. Se deja aparcado cualquier tipo de dogma (en el budismo el dogma es anatema).
En resumen, lo universal en las doctrinas orientales no duales no es un epítome de lo sustancial de dicho conocimiento; no es tampoco un algo objetivo de carácter absoluto. La no dualidad podría ser el término al que estas sabidurías conducen al ser humano: dicha expresión se podría caracterizar por la eliminación de la construcción mental sujeto-objeto por la que se ha deslizado la filosofía y la ciencia occidentales. Declaran abiertamente la existencia de un modo no dual de percibir el universo que nos rodea.
Todos los grandes temas filosóficos, ya planteados por el pensamiento griego son de hecho dualidades: sujeto-objeto, organismo-medio, verdad-falsedad…, forma parte intrínseca de la filosofía, la teología y la ciencia occidentales. La filosofía occidental es, en general, la filosofía griega y esta es dualista.
Sólidamente sustentado en estos dualismos, Occidente ha ido construyendo los suyos propios: espiritualismo frente a misticismo; idealismo frente a positivismo; cuerpo frente a mente…, llegando a formar parte del modelo cognitivo-operativo a través del cual occidente construye su realidad. Sólo la física cuántica muestra, a diferencia de la visión newtoriano-cartesiana anterior, una imagen del mundo próxima a las doctrinas no-duales. Einstein, Heisenberg… han incorporado a sus teorías una visión no-dualista, que recuerda a las doctrina orientales no-duales, ya que cuando el universo se fragmenta en dos partes, sujeto-objeto…, algo queda necesariamente fuera de juego.
El dualismo, crear dos universos a partir de uno solo, se basa en la convicción de que el individuo es esencialmente autónomo y diferente del objeto. Y aunque el conocimiento dual posee validez funcional, es inadecuado incluso en el marco de las ciencias positivas. En la experiencia no-dual de la realidad nos hallamos ante un acto cognitivo-emocional, fruto de la intuición que acarrea resultados que tienen que ver con la felicidad y la liberación del universo samsárico ; por eso un sabio es considerado en oriente un maestro de vida que ayuda a los demás a ser felices y a lograr su liberación. La filosofía y la vida no son para los seguidores del hinduismo, jainismo y budismo dos aspectos separados.

Sabidurías orientales no duales

Las sabidurías orientales que han elaborado la noción no-dualidad son:
  • Algunas escuelas hinduistas
  • Las escuelas Madhyamaka y Yogachara del budismo
  • Algunas escuelas taoístas.
El nivel que nos permite acercarnos a las realidades trascendentales y fusionarnos con ella, es el que se conoce como conciencia mística y abarca el ser uno con el cosmos. Este nivel no sería un estado alterado ni anormal de la conciencia, sino más bien el único estado real de la misma. Las sabidurías no-duales serían aquellas que nos proporcionarían el camino hacia el discernimiento de la verdadera naturaleza de la Realidad. Es el conocimiento directo del Ser, del fondo o raíz de todo lo que es.
En la Mundaka Upanishad se dice: los sabios dicen que hay dos clases de sabiduría: la superior y la inferior…; la superior es aquella que se encuentra más allá del pensamiento. En esta cita se ve claramente el aspecto dual y no dual de la sabiduría.
El taoísmo reconoce dos formas generales de conocimiento: el conocimiento del universo, tal como se denomina y define convencionalmente, y el que se contrapone, el conocimiento del camino, el Tao, del universo como es en realidad. El conocimiento convencional es porque es cosa de acuerdo social acerca de los códigos de comunicación, es el modo simbólico de conocer, mientras que el segundo es el conocimiento no convencional, por comprender la vida directamente, en lugar de prestar atención a los términos lineales y abstractos del pensamiento representativo.
En el Mahayana, los modos de conocimiento se conocen con los nombres de vijñana y prajña. El primero es dualista, convencional y consensuado y relativo. El segundo es el modo de conocimiento no dual, no conceptual y no simbólico.
Las sabidurías orientales no-duales son una llamada a la búsqueda del conocimiento de nuestra verdadera naturaleza. Su objetivo presenta notables similitudes con el que manifestó Sócrates: Conócete a ti mismo. Las doctrinas no-duales sostienen que sujeto y objeto constituyen un campo unificado, de tal modo que el individuo no puede ir más allá del mundo que pretende describir. Así mismo declaran la existencia de una realidad única, que, en el caso del hinduismo, puede recibir los nombres de Vishnu, Brahma o Prajapati, pero el Señor, bajo muchos nombres diferentes, es sin embargo, la Realidad.
En el Tao Te Ching se lee: existe un ser caótico, vive con anterioridad al cielo y a la tierra….puede que haya sido la madre del mundo. No sé su nombre. Su apelativo es Tao.
Referirse a la Realidad como única: sólo Mente, sólo Brahman, sólo Tao, sólo Conciencia… es muy útil, ya que indica metafóricamente que la Realidad es ese fondo único de todo fenómeno, mientras, eso, sí, tengamos en cuenta que se trata de una metáfora. Cuando estas tradiciones hablan de «uno» se refieren a lo que expresaría «uno sin segundo», no dual, no dos. La Realidad no es uno ni muchos, singular ni plural, trascendente o inmanente, sino una experiencia no dual sobre la que nada puede decirse.
Lo que comúnmente llamamos conocimiento implica la separación entre el conocedor y lo conocido, sujeto y objeto. Ahora bien, si la realidad absoluta carece de fronteras y divisiones, ¿cómo distanciarse de ella para proceder a conocerla?
En resumen, el conocimiento no dual está más allá de los condicionamientos propios de otras clases de conocimiento en concreto, de su condicionamiento básico: la división sujeto-objeto.

Lenguaje y sabiduría

Para expresar los contenidos de no-dualidad, el lenguaje tiene que adoptar unas formas especiales que asuman las limitaciones propias de lo privado, lo íntimo, de lo incomunicable. Según Zimmer, para expresar y comunicar un conocimiento logrado en momentos de intuición que transcienden el plano gramatical hay que utilizar metáforas, símiles y alegorías.
Wilber, uno de los investigadores de la conciencia, menciona dos clases de elaboraciones simbólicas:
  • La primera es lineal, analítica y habitualmente lógica. Se halla en los trabajos científicos y en gran parte de los tratados filosóficos.
  • La segunda es imaginativa, propia de la expresión artística, del mito y de la poesía, la imaginación y los sueños: el lenguaje de los símbolos es el lenguaje universal común, el lenguaje que todos entendíamos antes de que hubiese confusión de lenguas. Es el que utilizamos y todavía entendemos en los sueños, en la poesía y en el arte y las voces que nos hablan de realidades no ordinarias.
Ambas modalidades de elaboración simbólica, lineal e imaginativa, pueden emplearse para expresar parcialmente la realidad, pero ninguna de ellas logra abarcarla en toda su magnitud y riqueza de matices.
Según Wilber estas dos clases de elaboración simbólica pueden emplearse de tres modos para señalar hacia lo Absoluto.
  • En primer lugar la analógica. A partir de datos sensibles de la multiplicidad, remite a la realidad trascendente. En el Vedânta, lo absoluto lleva por nombre Brahman. Significa lo absoluto dotado de cualidades analógicas para ayudar a dirigir nuestro pensamiento.
  • La segunda modalidad es la negativa, que nos aproxima a la realidad no dual, precisamente por negación de la experiencia ordinaria de dualidad. Es lo que en la tradición cristiana se denominó teología apofántica.
  • La tercera modalidad es una invitación en forma de conjunto de reglas experimentales para descubrir la realidad por uno mismo. Es lo que Spencer Brown denomina precepto. A pesar de que la realidad es literalmente indescriptible, puede ser indirectamente encauzada fijando un conjunto de reglas que, seguidas plena y fidedignamente, conceden a la experiencia de la misma. Especialmente en este sentido se entiende que la Mente o la conciencia es la Realidad: no se trata de una descripción sino de una directriz, pauta o precepto. Esta tercera forma constituye el centro nuclear del hinduismo, el budismo y el taoísmo.
La verdad, en cuanto a su posibilidad de describirla con palabras, debe consistir siempre en un conjunto de instrucciones dirigidas a despertar el modo no dual de conocer y por tanto a experimentar de forma directa la realidad.
Las sabidurías orientales no-duales consideran que la experiencia que va más allá de la dualidad sujeto y objeto, es posible comunicarla en mayor medida que ninguna otra. Se trata de una experiencia universalmente comprobable para el que haya seguido las instrucciones correspondientes.
Estos tres caminos, el analógico, el negativo y el preceptivo, sugieren cómo es la Realidad, lo que no es y lo que podemos hacer para alcanzarla. Ninguno de ellos dice lo que es, ya que una afirmación directa y positiva sobre la realidad en su conjunto debe ser necesariamente autocontradictoria o carente de significado. Carente de significado porque calificarlo todo equivale a no calificar nada. Autocontradictoria en cuanto a la propia afirmación forma parte de la realidad, refiriéndose por consiguiente a su vez a sí misma.
Desde las sabidurías orientales no duales no se puede concebir el conocimiento como una realidad parcelada y cerrada, sino más bien como un fluir dinámico en el que cualquier aportación enriquecedora es tenida como válida y se integra en una búsqueda unitaria. Esa búsqueda unitaria es lo que nosotros entendemos como «estructura integradora del conocimiento». El estudio de las sabidurías orientales apela hoy a una dinámica interdisciplinar que supere la falta de integración de los distintos ámbitos del saber.
Wilber retoma la distinción tradicional entre los tres niveles básicos del saber: el correspondiente a la ciencia empírica, el filosófico y el espiritual. Esta distinción la pone en relación con la de San Buenaventura: el ojo de la carne, de la razón y de la contemplación. Estos tres ojos se corresponden con los tres principales dominios del Ser descritos por la filosofía perenne: el carnal/material, el sutil inferior (mental y anímico) y el causal (trascendente y contemplativo). El primer ojo, según Wilber, vendría a ser el ojo empírico que revela a todo el hombre un mundo de experiencia sensorial compartida. El segundo es el ojo de la razón o de la mente, es el que capta las relaciones lógicas e ideas independientes de la experiencia sensible. El último ojo es el de la intuición-contemplación. Este modo de conocimiento es el que percibe la realidad desde la conciencia no dual y el que ofrece, sin negar a los dos anteriores, una perspectiva diferente de la realidad.
Toda ciencia opera con el ojo de la mente, a través de procesos de razonamiento abstracto, pero estas premisas pueden originarse en cualquiera de los tres dominios descritos y pueden ser: hechos empíricos; verdades axiomáticas, intuitivamente evidentes, o aprehensiones fenomenológicas directas; intuiciones no duales del ámbito no dual.
Ninguno de estos niveles puede ser reducido al nivel anterior ni explicado por él. Un planteamiento de las sabidurías orientales cuya perspectiva última es la no-dualidad debe estar abierto necesariamente a un diálogo interdisciplinar y a una práctica continua.
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