El Mundo de los Dioses

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El panteón mesopotámico

Nuestro conocimiento de la religión mesopotámica se fundamenta en tratados y listas de deidades y ofrendas, mitos y epopeyas, procedentes en su mayoría de los archivos sacerdotales de Nippur y de las bibliotecas sagradas y reales de Nínive y Asur.
Procedente del Neolítico, las creencias religiosas de Mesopotamia se presentan unidas al tema de la fecundidad y de la fertilidad, pues la supervivencia de la sociedad tenía mucho que ver con el trabajo agrícola y el agua. La estrecha relación con la naturaleza se manifestaba en las huellas de animismo. Las fuerzas elementales de la naturaleza fueron personificadas y transformadas en deidades. Cientos de divinidades integran el panteón mesopotámico.
La sociedad divina era copia exacta de la humana; cielo, tierra e inframundo estaban habitados por gran cantidad de divinidades de cuerpo humano, dote y emociones humanas, pero que le superaban en fuerza, poder e inteligencia. Tenían mujer, hijos y siervos, todos divinizados e inmortales.
Se percibe una estructura piramidal:
  • En la base las entidades demoníacas, los espíritus angelicales y al dios personal.
  • Segundo nivel de deidades de los utensilios y las herramientas.
  • Divinidades de la naturaleza.
  • Dioses del inframundo o infernales.
  • Estratos superiores para las deidades astrales.
  • Puesto más alto para la tríada cósmica: Enil (Tierra), An (Cielo), Enki (Agua).
Divinidades cósmicas

La tríada cósmica estaba formada por:
  • An o Anum: divinidad sumeria sin función concreta y con culto no muy extendido. De carácter hostil, recibía el nombre de «rey de los dioses» Se le atribuía, junto a Enil, el diluvio, y su progenie era el terrible demonio femenino Lamashtun y los siete seres malignos. En el mito sumerio de la creación aparece junto a su esposa la Tierra (Ki). Su emblema divino era la tiara con cuernos y su nº divino el 60.
  • Enil («el viento» o «atmósfera»): auténtico dios supremo de los sumerios. Es la infinidad, el movimiento y el hálito vital. Elige a los reyes, y es su voluntad la que permite que el mundo siga existiendo. No siempre estaba dispuesto a ayudar a la divinidad (participó en el diluvio). Su mujer principal es la diosa Ninlil («señora del viento»), y cuenta con varios hijos, concubinas y sirvientes. Su emblema era el mismo que el de An, y su nº divino el 50.
  • Ea o Enki («casa del agua» o «señor de lo que está abajo»): protector de las ciencias y las artes y patrón de los magos, es el mejor aliado y amigo del hombre. De él proviene la idea de crear a la humanidad para que trabajase para las divinidades. Su esposa es Ninki, y su primogénito se identificará con Marduk. Se le representa como dios barbudo, sentado y con un vaso en la mano, del cual, así como de su espalda, brotan dos arroyuelos. Su nº divino era el 40.
Divinidades astrales

Tríada astral:
  • Shin (dios luna): primogénito de Enil. La creencia entre el mutuo influjo de la luna y de la vegetación terrestre hizo considerarle deidad de la vegetación. Se le representa como toro con barba lapislázuli; su emblema era la media luna en posición supina. Su esposa era Ningal y sus hijos Shamash e Ishtar. Su nº divino era el 30, que corresponde a los días del mes lunar.
  • Shamash (dios Sol), deidad tutelar de los adivinos y encargado de pronunciar los oráculos. Nada escapa a su observación, es el Señor de la justicia, que castiga las malas acciones y premia las buenas. Se la representa sentado en su trono, barbudo, con la tiara sobre la cabeza, el disco y el cetro en la mano derecha y con rayos que salen de sus hombros. Su esposa es Aja y su nº divino el 20.
  • Ishtar: esposa de An, hermana de Shamash y de Ereshkigal, diosa del amor y del nacimiento. Se la identifica con el planeta Venus, gozando este planeta de ambos sexos. Como diosa del amor se la representa como madre que amamanta un niño, o como mujer desnuda que oprime sus pechos con las dos manos. Desde la época sumeria es también diosa de la guerra y se la representa en un trono o rígida de pie, ricamente vestida; de sus espaldes salen armas, en su mano tiene a veces el anillo o caduceo. Su símbolo es la estrella Venus y su nº el 15.
Otras divinidades

Gran parte de las deidades menores y algunas de las importantes son meras personificaciones de un mismo atributo o de idéntico fenómeno natural bajo distintas denominaciones. Muchas son personificaciones de ideas. Asimismo hallamos un proceso constante de fusión de los atributos de diversas divinidades en una única deidad. Divinidades menores destacadas:
  • Ninurta: dios de la guerra, la caza, los diques de los ríos, de la fecundidad y de la vegetación. Hijo de Enlil, su esposa fue Gula, diosa de la salud. Se le desconocen representaciones; su símbolo es el cetro con figura de león o un buitre bicéfalo.
  • Adad: dios de la lluvia, el trueno, la tempestad, el huracán. Se representa de pie sobre un toro al que guía llevando en la mano el reámpago. Emblema, el rayo de tres picos, y su nº el 6.
  • Marduk: dios del exorcismo. Como hijo de Ea, era “Señor de la sabiduría”. La teología babilónica lo exalta con cincuenta nombres, acumulando en el atributos y prerrogativas de otras deidades. Esposo de Sarpanitum, se le representa barbudo, en pie, cubierto con un vestido cuajado de estrellas, con un cetro y una cimitarra en la mano. Su símbolo es la azada; su constelación el planeta Júpiter; su animal emblemático la serpiente-grifo y su número divino el 10.
  • Nabû: dios de la escritura, hijo de Marduk. Su símbolo son dos plumas de escribano acopladas. Su planeta era Mercurio.
  • Ashur: deidad guerrera. De él deriva el nombre de asiria, por la importancia que le concedían. Símbolo; disco alado que rodeaba la deidad de medio cuerpo y disparando una saeta.
  • Nergal: dios del inframundo. Deidad del sol abrasador del estío, de la fiebre, de las enfermedades como la peste. No tenemos representaciones. Su símbolo es la cabeza de león apoyada en un bastón.
  • Dumuzi o Tammuz: primitivamente una deidad infernal. Algunos textos hablan de su muerte anual, descenso al infierno, liberación por obra de su amante, ausencia de vegetación mientras permaneció en el infierno los meses de sol abrasador, y renacer de la vegetación al volver a la tierra.
El templo y los sacerdotes

El lugar de culto era el templo, donde viven las divinidades y los hombres les sirven alimentándolos. Los santuarios más antiguos, levantados a modo de una terraza elevada sobre la que se alzaba un pequeño templo, evolucionaron hacia zigurats, con superposición de terrazas cuyo tamaño disminuye progresivamente. La función de los zigurats no se conoce exactamente. No es sólo un observatorio astronómico, ni tampoco una tumba. Algunos piensan que en el Templo de Arriba se celebraban los ritos de Año Nuevo que debían asegurar la fertilidad del país; otros lo ven como lugar de paso de la divinidad cuando desciende a la tierra. Normalmente sólo existe un gran zigurat por ciudad, y está dedicado al Señor del País, por lo que parece una conexión entre las esferas terrestre y celeste. Puesto que su cúspide era un observatorio astronómico, en ellos tuvo lugar también los primeros fundamentos de astrología, astronomía, física, matemática y geometría.
Puesto que la humanidad había sido creada para descargar a las divinidades de distintas obligaciones, a ello estaban especialmente convocadas las corporaciones sacerdotales. El soberano era el sacerdote de la deidad y su representante en la tierra.
Los sacerdotes formaban una clase social jerárquica ordenada y cerrada. Era un oficio hereditario, y exigía conocimiento de la literatura sumerio-acadia, sobre todo en la referente al culto, escribir y comprender el lenguaje sagrado, ser físicamente sano, y recibir la consagración sacerdotal.
En la cima de la jerarquía sacerdotal se hallaba el sumo sacerdote, y después los sacrificadores, escribas, adivinos, videntes, exorcistas, músicos, lavadores, lamentadores, sacerdotisas, etc.

Ética

Las bibliotecas reales, reunidas por Asurbanipal en Nínive hacia 650 a. C., estaban compuestas principalmente por copias y extractos de escritos religiosos elaborados por eruditos y sus pupilos en las escuelas, reflejándose las concepciones de la teología sacerdotal en plegarias, himnos y narraciones míticas. Ponen en evidencia que el culto y el rito ocupaban un puesto relevante, puesto que la humanidad había sido creada para servir a las divinidades. De ahí que el pecado e estimara como una transgresión de orden ritual y cultural más que ética o moral.
El amplio inventario de faltas y pecados contemplado en el “espejo de la confesión”, nos demuestra que las infracciones morales iban teniendo cada vez más relieve. El escarmiento estaba en forma de adversidades, castigos, enfermedades, sufrimientos físicos y morales.
El pecado sólo entraba en la conciencia en la medida en que esta venganza se ponía en marcha. Para congraciarse con los dioses había que empezar por confesar la falta cometida.
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