El Mundo de Ultratumba

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Componentes espirituales del ser humano

Atribuían al individuo dos componentes espirituales e independientes de la materia:
  • Ba: corresponde al alma, o fuerza animada del difunto, la personalidad individualizada. Es una especie de intermediario entre el universo de las deidades y el terrestre. En el momento de la muerte el ba abandona el cuerpo inerte e inicia su ascensión a la morada celeste, pero cada noche debe acudir a la tumba para reunirse y vivir en el cuerpo físico. No permanece en el cuerpo, sino que viaja del universo de las deidades a la tumba. Esta necesidad hizo que los cuerpos fueran embalsamados y que en las tumbas, como medida de precaución, se incluyeran estatuas del fallecido, a través de las cuales el ba reconocería el soporte material que le debía sustentar, o la estatua que imitaba sus rasgos. El papel de ba es indispensable para la reanimación del cadáver. El ba puede ser, también, el consejero espiritual del ser humano durante su estancia en la tierra. Fue representado en un primer momento bajo la forma de un ave zancuda y, más tarde, bajo la forma de un halcón con cabeza y brazos humanos.
  • Ka: reflejo inmaterial del cuerpo, una especie de doble y para otros un acompañante, un genio protector que nace con el ser humano y vela por él después de la muerte, siempre que se cumplan unos ritos específicos, ya que está ligado a la alimentación. La muerte es la separación del ka y del individuo, a saber, la privación de la fuerza vital. Cuando se produce la muerte es este componente el que queda adormecido y al que hay que reanimar mediante los ritos mágicos de los funerales.
El juicio del alma

Hasta el Imperio Antiguo la vida más allá de la muerte estaba reservada a los faraones, su familia y algunos allegados. La idea de inmortalidad fue penetrando en las diversas capas de la sociedad, hasta alcanzar a todo el pueblo. En el periodo de decadencia del Imperio Antiguo tiene lugar una revolución popular: tumbas y templos son saqueados y el poder del faraón se tambalea. Tras esta crisis se inaugura el Imperio Tebano, que señala un renacimiento en todos los órdenes. Es entonces cuando los privilegios de la vida futura se extienden al pueblo, así como la momificación y las prácticas mágicas.
En el Libro de los Muertos encontrado en las tumbas reales de Tebas aparecen diversos puntos oscuros de la sabiduría egipcia. Es una recopilación de prácticas mágicas, fórmulas, invocaciones, plegarias…y ceremonias purificadoras destinadas a permitir que cualquier difunto que dispusiese del libro subsistiera más allá de la vida terrena.
Uno de los capítulos más notables es el dedicado al juicio del difunto en la gran «Sala de las Dos Verdades». La escena central del pesaje del corazón del fallecido es: el corazón se dispone en uno de los platillos de la balanza, en el otro hay una pluma de avestruz, símbolo de Maat. En el acto intervienen 42 jueces ante los que se tenía que declarar que no se habían cometido actos negativos que impidieran alcanzar la inmortalidad. Horus era el encargado de conducir al muerto ante Osiris.
Junto a la balanza están Shai y Mesjenet, representados con sendos ladrillos de los que surgen sus cabezas y que determinan el destino. Al lado contrario de la balanza se encuentra Anubis, que vigila el fiel de la balanza e indica el resultado de la oscilación a Thot que registra el desenlace del juicio. Al pie de la balanza está Ammyt (Devoradora de los Muertos), monstruo con cabeza de cocodrilo, mitad delantera de león y mitad trasera de hipopótamo, preparada para devorar al muerto si no era declarado puro de corazón. Más a la derecha está Osiris con los cuatro hijos de Horus, e Isis y Neftis.

Rituales y costumbres funerarias

La práctica de la momificación y la preocupación por los monumentos y los ajuares sepulcrales expresan la fuerza de garantizar una continuidad. Hasta el Imperio Nuevo la vida de ultratumba estaba reservada exclusivamente a un núcleo muy pequeño de personas. Pero esta idea de inmortalidad llegó a formar parte de la sociedad egipcia.
La preparación de la tumba, la realización de ritos funerarios cada cierto tiempo, debía hacerse. Para asegurar la ejecución y continuidad de estos ceremoniales se debía tener una economía muy saneada.

La momificación

Ningún pueblo de la tierra se ha tomado tantas molestias para conservar de una manera digna los restos humanos. La destrucción de la momia era considerada como una segunda muerte, de modo que la salvación del alma dependía de la conservación del cuerpo.
Las técnicas de conservación de los cadáveres fueron evolucionando y reformándose hasta lograr en el Imperio Nuevo su mejor desarrollo. El método se nos describe en Heródoto o Diodoro Sículo.
Sobre el rostro del difunto se colocaba una máscara de cartón sobre la que se dibujaban sus facciones: las vísceras que habían sido extraídas eran igualmente momificadas y solían depositarse en los denominados vasos Canopos, cuatro vasijas cuyas tapas reproducen las facciones de los cuatro hijos de Horus. Finalmente, la momia se depositaba en el sarcófago.

La morada perpetua

Dispuesto el cadáver se organizan los funerales. El cortejo fúnebre transporta al difunto al sepulcro participando en él familiares, amistades y siervos. Se hace la travesía del Nilo por la orilla occidental hasta la necrópolis. Ante el sepulcro, los rituales finales, el más importante el de la apertura de la boca para devolver la fuerza vital, la vida, al difunto. En la última morada, se dispone todo lo necesario para la eternidad.
Las tumbas sufren modificaciones tanto ideológicas como con respecto a los materiales. Los más antiguos con estructura son agujeros en el que se deposita el cadáver con un ajuar escaso, recubierto por piedras y tierra.
La mastaba es un pozo al fondo del cual se abre la cámara funeraria cubierta por una gran estructura maciza de ladrillo.
La pirámide aparece en el Imperio Antiguo (2664-2181 a.C.). Es la morada perpetua de los faraones. Su origen está en la superposición de mastabas en forma escalonada. Próxima a ellas, los funcionarios construyen sus propias sepulturas.
En el Imperio Nuevo (1567-1085 a.C.) los faraones adoptan los acantilados de Tebas para edificar hipogeos precedidos en los accesos de templos funerarios. La gente humilde se entierra en hipogeos comunes.
Existen deberes, atenciones y ceremonias que demanda el culto asumido por la familia. Luego será el grupo de sacerdotes el encargado de los rituales a cambio de un salario.

El más allá

Hacia el 2400 se fijan los rituales funerarios por escrito. El principal será el «Texto de las Pirámides» compilado por los sacerdotes de Heliópolis y grabado en la cámara funeraria del faraón Unas (V dinastía).
Durante el Imperio Medio aparecen los Textos de los sarcófagos, escritos en jeroglíficos en el interior de sarcófagos de madera. Eran fórmulas dirigidas a prevenir las necesidades de la persona fallecida en el más allá.
En el Imperio Nuevo encontraremos los rollos de papiro del Libro de los Muertos.
Se conservan tres composiciones que describen los peligros sorteados por Ra en el mundo de ultratumba. La más antigua es el Libro de lo que hay en la Duat, que es una guía para el más allá, escrito durante la XVIII dinastía. Refiere el viaje de Ra en su barca a través del dominio de los muertos. Abordar esa embarcación y recibir la luz de Ra era la mejor satisfacción de los difuntos. Se cruzan 12 zonas que se corresponden con las horas nocturnas. En la undécima hay abismos de fuego donde se aniquila a los malvados.
De la misma época es el Libro de las Puertas donde Osiris tiene la primacía. Hay 12 zonas en el Duat, la 5 es la de los justos dividida en cuatro regiones. En la 6 está el tribunal de Osiris y la tierra de los bienaventurados.
El Libro de las Cavernas es un texto funerario de los reyes ramasidas. Es una colección de fórmulas mágicas para hacer frente a las dificultades y apaciguar deidades.
Los difuntos que superan los ritos iniciáticos del tribunal de Osiris se purifican en el agua primordial de la Duat, contemplan a Ra en el horizonte y aclaman a Amón o disfrutan paseando por las sendas del Campo de las Juncias o del de las Ofrendas. Podían navegar en la nave de Ra, ganándose la inmortalidad y podían regresar a su tumba si lo deseaban. Para los réprobos, la vida en el Más Allá era penosa, con suplicios y sufrimientos.
Gran interés revisten las fórmulas mágicas, por el gran poder que contenían las palabras se empleaban adecuadamente para sortear problemas y contrariedades. Esta importancia se plasma por escrito en los sarcófagos, vendas funerarias o pirámides.
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