Moral y Religión

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Las relaciones entre la moral (natural) y la religión (positiva), entendidas como comportamientos que proceden de las correspondientes actitudes ética y religiosa.
Moral como estructura: la actitud religiosa es constitutivamente moral; moral como contenido: religión y moral difieren, aunque coinciden parcialmente en el caso de las religiones morales; moral como actitud: la actitud moral o actitud ética (Sócrates y la cicuta) se delimita frente a otras actitudes fundamentales (Jesús en la Pasión). El estoicismo entendido sobre todo como actitud –y no contenido- moral.
La actitud ética y la religiosa son distintas: pueden enfrentarse y destruirse, pero pueden unirse (en las religiones morales que demandan honestidad y en el reconocimiento de la insuficiencia de una moral “laica” y separada).
El sentido de las expresiones “actitud ética” y “actitud religiosa”.
  • Actitud ética (esfuerzo activo del hombre por implantar la justicia): movimiento de exigencia (sobre sí mismo) sobre un sentimiento de suficiencia, activo y de ascenso: ascención y endiosamiento.
  • Actitud religiosa (entrega creyente a la gracia de Dios): movimiento de entrega (de sí mismo) sobre un sentimiento de menesterosidad, pasivo y de descenso (de Dios): asunción y deificación.
El carácter a la par religioso y moral de la existencia bien compuesta: el esfuerzo ético se abre a la religiosidad y la actitud religiosa fructifica en acción moral.La actitud religiosa separada de la moral (religiones primitivas y luteranismo) y actitud ética que no admite instancias superiores (admite la religión pero como deber moral o rechaza la actitud religiosa).
La actitud religiosa separada de la moral en las religiones primitivas: la vida es guiada desde fuera por preceptos numinosos, positivos y divinos: la comisión de actos reprobables ordenados y cometidos sub ratione boni. No hay enfrentaniento entre las actitudes religiosa y moral por que ésta no se halla constituida como tal.
El luteranismo como actitud cerradamente religiosa que rechaza la moral como valor ante Dios. El problema de la justificación.
  • La condición pecadora del hombre es insubsanable, y éste es incapaz de cumplir la Ley de Dios; no puede ser moralmente bueno ante Dios. La pretensión moral de lograr la bondad (iustitia activa) es el único pecado que Dios no perdona.
  • El estado de accusatio sui y de desesperación de salvarse opera en el alma la iustitia passiva (la justificación), que no nos hace mejores, pero que hace que Dios no nos impute los pecados; somos reputados justos ante los demás, sin serlo realmente.
  • La imposibilidad de ser justos no anula la obligatoriedad de la justicia: el desgarramiento de la “conciencia desgraciada” como agonía permanente de intentar observar una Ley cuyo cumplimiento está más allá de la capacidad del hombre caído.
  • Lutero niega el valor religioso de la moral (la Ley sólo acentúa nuestra pecaminosidad). La moral sólo pertenece al orden terreno y es absurdo querer hacer valer esa moralidad ante Dios.
  • El usus sanctus de la Ley (vivir el carácter utópico de su observancia y dar el salto a la fe desde la desesperación) y el usus politicus de la Ley (el uso civil y moral, que demanda a los hombres que sean justos ante los demás –no ante Dios- para posibilitar la convivencia política).
  • La separación –y la vigencia- de ambos usus. La pasión por la justicia, deber no esgrimible ante Dios. La moral es válida separada de la religión, privada de trascendencia, y el hombre no puede construir conforme a ella su vida personal.
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